martes, 26 de mayo de 2009

Los pobres obedientes de Santa Bernardina del Monte

Imaginemos un pueblo obediente, que confíe en sus autoridades, que no cuestione las decisiones impuestas, ni tampoco las debata: simplemente las cumpla porque el gobierno lo dice. ¿Existe? Sí, en ficción hay- o había- un pueblo “respetuoso de las disposiciones de la autoridad”.



En el cuento de Leo Masliah, “Santa Bernardina del Monte”, el narrador describe un pueblo que poco se cuestiona acerca de las decisiones de las autoridades y solo se limita a cumplirlas. El gobierno dispuso que a la cero hora del día 25 todos los habitantes debían atrasar su reloj una hora para marcar las 23. Los ciudadanos, “respetuosos de las disposiciones de la autoridad”, se prepararon llegada la ocasión y cada vez que en su reloj veían la hora cero movían nuevamente las agujas y convertían las 12 de la noche en las 11. ¿Cómo termina el cuento? Un pueblo bueno, cumplidor, ingenuo, acaba siendo fusilado y asesinado por aparentemente querer transgredir las normas establecidas.

El narrador nos presenta una situación en la que hay un pueblo obediente, pasivo, y receptor del orden establecido. Pero por suerte, Masliah construyó una situación utópica imposible de lograr. Porque si existiese una sociedad en la que no se cuestionen las decisiones, en la que no se indaguen las propuestas, en la que no se pregunten los motivos, en las que no se pongan en discusión las ideas y los supuestos y en las que no se permita el intercambio de opiniones acabaríamos todos aniquilados. Y en el cuento, eso está a la vista: “Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada”, diría el pensador político irlandés, Edmund Burke.



Stephanie Maia Hindi

lunes, 25 de mayo de 2009

La web inteligente

La simetría que algunos encontraron entre la Internet y la fantástica Biblioteca Universal del cuento “La biblioteca de Babel” de Jorge Luis Borges quedará en poco tiempo caduca.

Borges escribió: “…sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones”, que es como comprendemos a la internet actual, una inconmensurable base de datos a nuestra disposición. Sin embargo, el futuro de la web se lo concibe más como una red que ”entiende”, dinámica e interactiva, y cuyo pilar es la inteligencia artificial.

Deberíamos empezar por aclarar que existe una polémica sobre los términos utilizados para denominar a la futura web. A veces llamada Web Semántica a veces Web 3.0, el creador de la World Wide Web, Tim Berners-Lee explica: “…aunque muchas veces estos términos sean empleados como análogos, no lo son. Quizás la principal diferencia sea que la Web 3.0 se entiende como un estadio a ser alcanzado en mayor o menor plazo, mientras que la Web Semántica es un proceso evolutivo en construcción permanente”.


Sin embargo, estas discusiones sobre la nomenclatura no afectan a su inexorable futuro. Los difusos límites de la argumentación no impiden vislumbrar un destino en común. Básicamente, la noción se refiere a una web capaz de interpretar e interconectar un número mayor de datos, lo que daría como resultado un sistema más orgánico, menos estático.

La Web Semántica se denomina así ya que se busca añadirle significado a la red. Esto implica que se intenta incorporar información adicional con una estructura tal que pueda ser entendida por los ordenadores quienes por medio de técnicas de inteligencia artificial serían capaces de emular y mejorar la obtención de conocimiento hasta el momento reservada a las personas.

Un claro ejemplo que se utiliza para describir la manera en que nos relacionaríamos con la nueva web es que podríamos ejecutar la consulta de “quiero irme de vacaciones a una playa con un presupuesto de 2000 dólares”, y el sistema devolvería un detallado paquete turístico acorde a lo expresado, sin la necesidad de buscarlo por los distintos sitios de internet.

¿Qué quiere decir todo esto? Que el desarrollo y la implementación de estas nuevas tecnologías prometen cambiar, una vez más, toda nuestra cotidianidad, la forma en que nos vinculamos y cómo entendemos el mundo. Quiere decir que en esta “Biblioteca Universal”,los libros interpretarán lo que nosotros queremos leer.

Pablo Cosin