martes, 21 de abril de 2009

Houston, tenemos un problema

Imaginemos a Scioli viajando en el Apolo XIII recorriendo tierra desconocida -pongámosle el conurbano bonaerense-. Imaginemos a Cristina en el centro de comando de la Casa Rosada. Imaginemos también que se detecta una falla en un punto neurálgico, una de esas que si no se resuelve dejaría a Scioli y a su comandante a la deriva. Imaginemos el intercomunicador. Seguramente podamos oír: “Cristina, tenemos un problema”.

Parece ser que ahora la inseguridad dejó de ser una sensación para transformarse en un problema concreto que amerita una solución real. Cómo combatirla, es la pregunta que resuena, sobre todo en vísperas electorales.

Sacar gendarmería a la calle, contratar personal de policía retirado para patrullar, aumentar el número de efectivos policiales, instalar cámaras de seguridad en puntos estratégicos de los centros urbanos, bajar la edad de imputabilidad de los menores. He aquí el "Plan Federal de Seguridad". Un combo que propone el gobierno para combatir la inseguridad: un conjunto de elementos coercitivos que no hacen más que atacar el problema en su dimensión cuantitativa. O peor aún, reducirlo a una simple ecuación matemática de tipo: “ a mayor cantidad de chorros, mayor cantidad de policía = reducción de la delincuencia”. Algo así como el muro de Posse, pero políticamente correcto; en lugar de levantar paredes de hormigón, pareciera que la propuesta es amurallar la Provincia con uniformados y trasladar el panoptismo foucaultiano a las calles.

Si las autoridades pretenden resolver un problema estructural a partir de un pensamiento lineal que responde a una simple regla de tres inversa, sepamos, argentinos, que tenemos un problema.

Florencia Mancedo

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